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ESQUINA DEL PASTOR

Sexto Domingo del Tiempo Ordinario-- 16 de febrero del 2025
Queridos hermanos y hermanas,
Cada vez que entro a la iglesia, lo primero que hago es sumergir mis dedos en el Agua Bendita para bendecirme en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Hay dos razones por las que hago esto: 1) para recordar que, a través de las aguas del Bautismo, he sido hecho hijo de Dios y miembro de la Iglesia. 2) para protección contra el maligno. La razón número 1 es la que quiero enfocarme. Cuando fui bautizado y hecho hijo de Dios, fui lavado y purificado. En esa limpieza fui hecho miembro de un Pueblo Santo, la familia de Dios. Este pertenecer a la familia de Dios es        justamente eso, un pertenecer. Dios mismo reúne a sus hijos para participar en la Adoración Divina para que podamos ver la realidad de lo que el Bautismo ha hecho por nosotros. Para que el Bautismo tenga algún significado, debemos ser parte de este Pueblo Santo. Para ver esta dignidad de ser santo, estamos vestidos con Cristo en el hábito blanco que se nos da para vestir. Este hábito blanco es nuestra vestimenta para el Banquete Celestial. Para que esta dignidad se conserve, y como una prueba del Banquete Celestial, nos reunimos para dar un adoración adecuado a Dios. Permitimos que Su Palabra nos forme, nos instruya y nos nutra, para que nuestro bautismo llegue a su plena madurez. Nos reunimos para orar unos por otros, para que podamos continuar el viaje como una sola familia. Como hijos de Dios, nuestro Padre nos alimenta con el alimento que necesitamos para ser fuertes en Él, para que podamos llegar al Banquete Celestial. La Santísima Eucaristía es lo que nos convierte en lo que estamos llamados a ser en las aguas del Bautismo, la misma persona de Jesucristo. Es a través de mi participación en todo esto que soy enviado al mundo para ser la luz misma de Cristo. El primer gesto de bendecirnos con el Agua Bendita al entrar a la iglesia para la Misa nos recuerda todo esto. Con este conocimiento, entro al cuerpo de la iglesia para tomar mi lugar entre los Bautizados. Esta parte de la iglesia se llama la nave. Es aquí donde los Bautizados se sientan para el viaje hacia Dios, hacia el Cielo. La iglesia también se llama la "barca de Pedro" (es decir, el barco de Pedro), y la nave es la sección de pasajeros de este barco. Observe que todos los bancos están orientados en la dirección hacia la que nos    dirigimos, hacia Dios. Somos pasajeros en este viaje. Es en este espacio donde manifestamos la presencia de Cristo mientras formamos Su cuerpo como la Iglesia. Jesús enseñó: "donde están dos o tres reunidos en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos". San Pablo enseña que "nosotros somos el Cuerpo de Cristo".
En Cristo,
Padre Steven Guitron
Pastor 
 

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